Pues muy sencillo: porque mantienen las propiedades del pan blanco, pero, además, mejoran su valor nutritivo y aportan propiedades importantes para la salud.
Así, a las propiedades nutricionales del trigo podemos sumar las propias de otros cereales como el centeno, la avena, la cebada, el millo, el trigo sarraceno, el arroz o la soja; o las de una gran variedad de semillas como la linaza, el sésamo, las pipas de girasol, la amapola, etc.
Las mezclas de sus fibras, granos enteros o granos partidos, aportan una gran variedad de ventajas para la salud como pueden ser la prevención de las enfermedades cardiacas y del cáncer de colon, la mejora de tránsito intestinal, la prevención de la anemia y las diarreas, y además facilitan los regímenes de adelgazamiento por su contribución a la sensación de saciedad que aportan.